Hoy os traemos una interesante
reflexión sobre el hallazgo que realizamos en las proximidades del manantial de
Tempul. En torno a aquella estructura de cubierta plana con un alargado sillar
de piedra arenisca que cruzaba transversalmente la galería se vertieron
distintas ideas e hipótesis el tiempo que estuvimos ejecutando las labores de
limpieza. Finalmente, tras realizar la fotogrametría y el levantamiento
topográfico cubrimos la estructura para protegerla.
Pero en absoluto la olvidamos…
Poco después, realizando unas
lecturas rutinarias, nuestra compañera Jenny Pérez dio con una ilustración que
a todo el equipo nos evocó la misma imagen:
Corresponde a una figura que
dibujó Marcos Ortiz Revert para una
publicación de Santiago Feijoo Martínez, siguiendo sus indicaciones. Representa
el punto de paso de una arroyada sobre una conducción romana de agua potable. Como
menciona Santiago Feijoo, la protección que debía procurarse a las aguas
destinadas al consumo humano era vital. Ésto incluía protección de los rayos
solares que propiciaban el crecimiento de algas y bacterias, de ahí que, como
escribía Vitruvio: <<[…] cubriendo
el canal con boveda, para que nunca pueda el sol penetrar el agua>>.
Al gran parecido morfológico de los restos con el dibujo propuesto por Santiago Feijoo se le suma la potencial necesidad de proteger la galería de arroyadas que aún hoy se siguen dando en el lugar donde se localizó el tramo.
Dadas las evidencias, ¿podría
responder aquella cubierta plana a una solución constructiva que permitiese el
libre paso del agua de escorrentía sobre la galería del acueducto,
protegiéndola de filtraciones y daños estructurales?
Bibliografía:
-FEIJOO MARTÍNEZ, S.:
"Las presas romanas y el agua potable en época romana: dudas y
certezas", Nuevos Elementos de Ingeniería Romana. III Congreso de las
Obras Públicas Romanas. Junta de Castilla y León, Colegio de Ingenieros
Técnicos de Obras Públicas, Astorga, 2006, págs. 145-166.
-VITRUVIO: Los Diez Libros De
Archîtectura de M. Vitruvio Polión, traducidos del latín, y comentados por Don
Joseph Ortíz y Sanz, Madrid, 1787.
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